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Las EmocionesMindfulness aplicado a la terapia

Mindfulness aplicado a la terapia

Sentir que los pensamientos te invaden y se apoderan de tu voluntad es muy desagradable, sentir que se instalan en contra de tu voluntad es frustrante, pero sentir que no puedes controlarlos ni sacarlos de tu mente es desesperante. ¿Te ha pasado alguna vez? Seguro que sí, y no una ni dos veces, sino cientos o miles de veces.

Efectivamente no podemos controlar los pensamientos que se cuelan en nuestra mente, ahí no decidimos nosotros, pero lo cierto es que cuando esos pensamientos que no hemos decidido tener son negativos, parece lógico y normal que intentemos deshacernos de ellos, como quien intenta quitarse de encima un bicho que le pica. Es humano, es la inercia que nos surge cuando sufrimos, evitar el dolor y el sufrimiento, intentar alejarnos de él.

“Es humano intentar evitar el dolor y el sufrimiento”

Sin embargo, no es buena idea, aunque sea humano y sea casi instintivo. Cuanto más intentemos controlar un pensamiento o una emoción, más se fortalece y más se instala en nuestra mente.
La práctica de Mindfulness es una herramienta que utilizamos en la psicoterapia cada vez más por su demostrada y exitosa eficacia en el campo de la mente, los pensamientos, las emociones. Ayuda a calmar la mente para ver con claridad.

Seguramente os preguntareis, ¿qué es Mindfulness?. El término Mindfulness se ha traducido como atención plena en el momento presente. Tomar la máxima consciencia de nuestro presente, hagamos lo que hagamos y estemos donde estemos. Estar intencionadamente en el presente. Muchos de nuestros problemas, del malestar que sentimos se derivan del hecho de no vivir en el presente. Continuamente estamos viajando mentalmente hacia el pasado o hacia el futuro, y esto nos provoca muchas veces angustia, tristeza, rabia. Recordamos lo que fue o nunca llegó a ser, lo que perdimos, lo que nos dijeron o hicieron. O tememos por lo que vendrá, anticipando cosas desagradables que podrían ocurrirnos a nosotros o a los demás, nos creamos expectativas. Se trata, entonces, de aprender a estar aquí y ahora, sin querer que en este justo instante las cosas sean de modo diferente a como son, aceptando plenamente lo que hay en cada momento, sin juzgar.

“Se trata de aceptar plenamente en cada momento lo que hay, sin criticar ni juzgar”.

Olvidémonos de controlar. Si trabajamos desde la práctica de Mindfulness tenemos que olvidarnos del control. No vamos a controlar nuestros pensamientos o nuestras emociones. Vamos a mirarlos cara a cara, a conocerlos, a observarlos, a acogerlos con cariño, a darles su espacio, a escuchar qué nos quieren decir.

Las personas que acuden a consulta angustiadas, estresadas, irritadas, poco a poco se van calmando y aclarando. Van bajando el ritmo, aceptando lo que hay en el presente, empiezan a disfrutar más de lo que tienen y a relacionarse mejor con su entorno. La manera de afrontar los problemas que los trajeron a la consulta mejora sustancialmente.

La práctica de Mindfulness nos ayuda a conectar con nosotros mismos, y por tanto a reconocer las emociones en nuestro cuerpo, para darles su espacio. Al entrenar nuestra mente a anclarse en el presente, la mente se calma, somos capaces de parar y progresivamente dejamos de rumiar y de dar vueltas a lo mismo una y otra vez; focalizamos nuestra atención en el presente, que es lo único real que existe. El pasado ya no va a volver ni a cambiar, y el futuro aún no existe y no podemos adivinarlo, sólo podemos vivir en el presente, de forma plena y consciente.

“Conectar con el dolor desde la amabilidad y la compasión, nos permitirá liberarnos del mismo”.

Aceptar nuestras emociones, sean las que sean, más o menos desagradables, sin evitarlas ni rechazarlas, nos permite conectar con ellas para entender qué está pasando en nuestro entorno y en nuestro interior; de manera que a través de la observación y aceptación de las mismas, poco a poco se irán desvaneciendo. Conectar con el dolor desde la amabilidad y la compasión, nos permitirá liberarnos del mismo sin quedarnos en bucle anclados en él. Siempre con la guía y el acompañamiento del psicólogo.